Hace más de cuatro años

El recuerdo de mi decisión por la carrera y la universidad que quería estudiar parece cada vez más lejano.

La maestra de orientación vocacional del CUM, en ese entonces Leydi Amaro, nos avisó que había un examen gratuito para ingresar a la UP. Me pareció buena idea hacer el examen para foguearme en cuanto a las admisiones universitarias. Finalmente, yo quería estudiar Letras Latinoamericanas en la Ibero, pero como no había dinero decidí que entraría a la UNAM.

Hice el examen en octubre o noviembre, y cuando dieron los exámenes obtuve una beca generosa. Más allá de la beca, me dio gusto porque no estudié nada para el examen y me valió un resultado genial.

Después empecé a pensar en la UP como una opción seria. Pero no me inscribía. En parte porque no tenía dinero para la inscripción, en parte porque no estaba completamente decidida y el examen de la UNAM era hasta febrero. Me quedé en la UNAM. Letras Hispánicas. Pero en parte por mi mamá, y por mí misma, decidí entrar a la UP a Comunicación y a la UNAM a la carrera abierta de Letras Hispánicas.

Por azares del destino no pude inscribirme a Letras Hispánicas el día que me tocaba la inscripción. Y sólo me quedé en la UP.

Muchas veces dudé. Sobre todo los primeros semestres quería coger valor para decirle a mi mamá que no me gustaba. Pero aguanté vara y aprendí a querer la carrera y a querer a la UP.

La UP ha sido testigo -y a veces impulsora- de muchos cambios de mi vida. En la UP he evolucionado. En estos años he encontrado a los mejores amigos y a las peores víboras. He pasado crisis y he salido victoriosa. He perdido y me he caído y me he vuelto a levantar.

En mi época upesina viví los hitos de mi vida. Tanto los malos como los buenos. Y poco a poco las ilusiones que tenía de la Universidad se fueron transformando en realidades, o simplemente se trasladaron a otra época de mi vida que todavía no llega.

Si alguien me preguntara si volvería a estudiar en la UP, definitivamente contestaría que sí.