Siempre quise que él padeciera aunque fuera mínimamente el dolor que yo sufrí por él. Aunque fuera un poco. Primero quería que le doliera mi partida y después empecé a conformarme con que el dolor viniera de otra parte con tal de que lo sintiera.
Nunca fue mi intención vengarme de él. Se me desbordaba el amor y no creo -al menos no en mi caso- que todo eso tan magnífico que sentía por él pudiera desembocar en deseos de venganza. Sin embargo quería justicia. Quería que la vida se encargara de que recibiera el castigo que le correspondía por haberme lastimado tanto.
Lo quise por muchos años. Muy a pesar de mí - o de una parte de mí-, no dejaba de quererlo. Seguramente no he dejado de quererlo y ya estoy resignada a que la cosquilla de ansiedad que me invade cada vez que pienso o escucho algo sobre él no deje de existir nunca... nunca, quizá porque mi amor se ha transformado en cariño por los recuerdos, va a serme indiferente.
Hace unos días volví a saber de él. Volví a tener noticias de él por las que, la parte de mí que todavía lo quiere, se sintió triste. Las mismas noticias que alegraron otra parte de mí.
Al parecer al fin está llegando la justicia. Y así como es la justicia, nadie la forzó, sino que llegó a su tiempo. Yo no he tenido que hacer nada para que aparezca, porque de lo contrario la convertiría en venganza. Así, después de dos años y 10 meses, veo cómo hizo acto de presencia. Él la ha llamado. Él, con sus torpezas y descuidos, ha retado a la vida que ya se hartó de darle concesiones.
Sucede que su secreto más preciado, ése que nos costó la relación y por el que sería capaz de matar con tal de que no se descubra, ya es un secreto a voces. Y nadie más que él, quien se aprovechó del silencio ajeno y del cariño, se ha encargado de descuidarse y de sembrar sospechas en los demás.
Sin que él se lo imagine, la única persona cercana a él a quien le relaté los hechos, ha roto el silencio también. Así, de pronto, indirectamente y sin que él lo sepa todavía, parece que todo regresa a esos meses, a ese día fatídico. Es un capítulo que parece que se ha terminado pero se reescribe...
Pero esta vez me sentí ajena a pesar de ser yo. A pesar de que es algo que me sucedió a mí y que involucra a alguien a quien quise y que en algún momento me conoció tanto. A pesar de ello, siento que si quisiera entrar en este juego, si quisiera seguir escribiendo esa historia tendría que retroceder el tiempo, y la única manera de hacerlo sería olvidando todo lo que he aprendido hasta este momento. No sé, creo que no me explico bien. Es decir, nadie me ha dicho que tengo que rendir cuentas como testigo en un juicio, pero así me cayó la noticia. Esto es consecuencia de que él tenga un secreto y de que ese secreto haya lastimado a alguien - es decir, a mí-. De alguna manera esto parece ser un descanso, quizá el apocalipsis en su vida que ponga fin a los dos años y 10 meses de incertidumbre en la mía. Tal vez esto es lo que me falta para volar, y ahora que veo que mis alas se extienden siento miedo.
Tengo miedo.
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