miércoles, 20 de mayo de 2009

Tener miedo

No sé. Quizá el miedo sea inevitable. Bien dicen -yo creo- que los valientes son quienes tienen miedo, y superan ese miedo. La verdad es que yo no estoy acostumbrada a sentir miedo. Tengo tan arraigada la idea de que hay que vivir al máximo, que el miedo se sale de esa ecuación. En alguna medida, incluso podría decir que soy temeraria. Las heridas físicas y emocionales sanan, y creo que no tenemos memoria para el dolor. Sabemos que nos dolió... nos da miedo el dolor, pero afortunadamente éste pasa y nos brinda una nueva oportundiad de ser felices.

Pero esta vez tengo miedo. Miedo mal fundamentado, pero miedo. Esa clase de miedo que me congela las rodillas tanto como las sensaciones, y me deja pensando. Pensando en el miedo. En que lo que pienso es una mala idea. Miedo porque no encuentro refugio, ni en mí ni en algo más. Ni en alguien más. En nada más. Miedo de salir de la zona de comfort y cambiar. Y qué tal que el cambio no resulta. Y qué tal que no resulto yo en el cambio. Puede ser también que, como en esencia soy la misma siempre, esta esencia y el cambio no resulten.

Y este es el año del cambio. Y yo estoy cambiando lo que quiero, y lo que no quiero también. Me da miedo. Este presente que se aleja cada día más del pasado me resulta como un puente largo, y yo estoy justo a la mitad. El camino que he recorrido lo conozco, y de pronto miro al precipicio y quisiera volver por donde vine. Pero atrás ya sólo es una ilusión. Adelante es el camino. Adelante cambio, pasos inciertos, madera podrida, madera nueva, olor a madera. Es como si por mucho tiempo hubiera estado en coma, y ahora me despierto. Ponte a vivir. Póngome a vivir. Pero hay que aprender a caminar de nuevo. Mis piernas responden lentamente, como acostumbrándose de nueva cuenta a mi peso. Y a pesar de no sentir dolor me veo las llagas como recordatorios de aquello que se quedó atrás, cada vez más enterrado en la inconsciencia. Las marcas de ayer. Las marcas de hoy, las costras del mañana.

Tengo una costra importante en la rodilla derecha. Me la hice porque me caí de mi casi nueva bicicleta. Creo que esa costra es simbólica. Es la costra que empieza a hacerse en mi alma. Una caída de años y años que me tuvo en coma. Y ya está cicatrizando. Si la toco me duele un poco, y seguramente cuando se caiga dejará una marca. Sin embargo, tengo esa marca desde antes de que la costra se hiciera. Y no hablo de lo conocido, sino de mis propios lastres. De esas cosas que se llaman secretos pero en realidad uno comparte consigo mismo.

Y tengo miedo de ya no verme la piel lastimada. De la novedad de estar bien. De ya no estar triste. De entristecerme por cosas nuevas. Mmm no sé. Esto acaba como empieza. Justo en medio del puente.

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