jueves, 15 de abril de 2010

Volver a la infancia VII

Me acuerdo de pocas cosas de la infancia, ahora que lo pienso, pero una de las cosas que más me gustaba era jugar con los Playmobile (Oops, ya no me acuerdo cómo se escribe). Por supuesto, jugaba con mi hermano. Les hacíamos historias y luego cuando nos hartábamos hacíamos flashbacks o adelantábamos el tiempo.

De pronto el espacio dejó de ser suficiente y vaciamos un librero para poner un edificio de departamentos. Jejeje. Luego, no sé por qué, teníamos unos Playmobile piratas que eran como del doble de tamaño y decíamos que eran Gullivers, o que tenían gigantismo. Jajajaja, total que yo quería que interactuaran con los otros, pero mi hermano los discriminaba.

No me acuerdo qué edades teníamos, pero estábamos chiquitos y nos trajeron una casita de tela con conejitos. Jejeje, me encantaban los conejitos que nos invitaban a pasar a la casita. Era mínima, pero me acuerdo que hasta quería dormirme ahí. Como que cuando uno está chiquito no entiende bien de proporciones, porque yo pensaba que era posible hacerme una camita para dormir ahí.

Otra cosa que recuerdo es que, también chiquita, veía la televisión y me imaginaba que alguien me estaba viendo a mí por televisión. Como una especie de "Continuidad de los parques", porque a ese alguien que me estaba viendo en televisión, también lo estaban viendo, y así sucesivamente. El "sucesivamente" me causaba dolor de cabeza porque no conocía el concepto de infinito, pero tampoco el de finitud, creo que no me interesaban.

Otras veces me daba la impresión de que el mundo estaba hecho para que yo existiera, y que todo alrededor existía supeditado a mí. Creía, cuando iba en coche, que los otros autos se movían para que yo los viera y que las personas eran como maniquíes que cobraban vida momentáneamente, mientras yo pasaba por ahí, y luego se volvían a quedar, inertes, congelados. Supongo que es la lógica de todos los niños: ser egocéntricos. Creer que todos están para estar con nosotros.

0 comentarios: