viernes, 30 de diciembre de 2011

Trescientos sesenta y cuatro días

Lo único que realmente lamento de 2011 es que no tuve la disciplina para llevar una agenda. Afortunadamente, las fotografías, correos y mi buena memoria me han permitido hacer un recuento del año que está por concluir.

Fue un año de muchísimos cambios. Los últimos tres meses, el cambio se manifestó también en mi cuerpo. Puedo decir que todos me hicieron bien. Cambié de trabajo y me siento aliviada, si bien no tengo una entrada fija de dinero. Entré al primer semestre de la segunda carrera que estoy ya estudiando. Viajé mucho. Sentí mucho. Trabajé como loca. Estudié con mayor empeño que nunca. Mi blog cumplió un lustro. He vuelto a escribir.

Sin lugar a dudas —ni a modestia—, finalizo este año más culta, más linda y más adulta que como lo empecé.

Mañana, en el día trescientos sesenta y cinco del dos mil once, me despido del que, hasta ahora, ha sido el mejor año de mi vida.

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