Tengo ganas de escribir en español. No sé qué. Sólo escribir en mi idioma precioso y rico. Jajajaja, estoy viendo una página de Pfizer y lo primero que veo en ella es Programa "libre de cigarro"... Realmente no quiero librarme del cigarro. Me gusta fumar. Me gusta. No sé si me gusta el sabor... pero después lo pienso y algo me gusta del sabor. Me gusta tener en la mano el cigarro. Me gusta verlo consumirse. Me gusta pensar en mi abuelo tomando el cigarro con tranquilidad, golpeándolo contra su cenicero de metal y fumándolo con tranquilidad, para después soltar una bocanada de humo que le cubre todo el rostro mientras comienza a hablar.
También recuerdo a mi mamá. La recuerdo fumándose un Salem -que mucha gente dice, es una marca para señoras- y oliendo a menta y tabaco la recuerdo abrazándome y jugando conmigo.
¿Cuántos años tendría cuando leímos juntas Canek? Tal vez siete. ¿Cuántos años hace? Tal vez 12.
Recuerdo a mi hermano, regordete y muy lindo, mirarnos con sus grandes ojos castaños con expresión de extrañeza, y después reírse con su sonrisa tierna, de niño.
Recuerdo mi infancia como una época de oro. No puedo decir que no tuve. Porque la tuve y era muy feliz. La recuerdo rodeada de tíos, escuchando conversaciones de adultos porque mi mamá me dejaba escucharlas, a pesar de la censura de la familia. Recuerdo el humo de los cigarros que circulaba en la intelectualidad de las conversaciones, que todos soltaban en una carcajada.
Después recuerdo al hombre que amaba. Lo recuerdo fumando sus Camel. Ahora me molesta la marca. Pero en ese entonces la cajetilla amarilla me recordaba su piel. Tal vez también su carácter.
Me acuerdo también de la preparatoria. Me recuerdo fumando en las escaleras de la biblioteca, porque en otro lado no me dejaban fumar.
Ahora la universidad se mide en Marlboro. En Blue. Ahora el tiempo se mide en bocanadas de humo. En la bocanada perfecta. Mi tiempo se mide en cigarrillos. Otra de mis treguas con el tiempo.
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