Es la 1.00 am. No he dormido nada. Ayer me dormí más o menos a esta hora porque estábamos grabando l cortometraje de este mes. Ni modo, los gajes del oficio y los intereses de lo que nos gusta.
En este momento estoy aletargada. Demasiado que estudiar para mañana. Estoy en la modalidad de Word llamada “Vista normal”, donde no sale la imitación de la hoja –vista diseño de página-.
Me encanta está modalidad. Sólo blanco de fondo y las palabras, en negro, rellenan algo de ese blanco.
Si cambiara el color de la fuente, entonces sería blanco sobre blanco. Jajaja, me río por dentro. Mis ojos están tan hinchados por el tiempo en la computadora que ni siquiera ríen. Y pensar que me faltan todavía tres presentaciones por estudiar, y una de ellas contiene 65 diapositivas acerca de la persuasión…
Al menos es un tema interesante. Al menos.
No he podido seguir la colección de frases públicas. No he observado, la verdad. Hoy estaba en el metro y pensaba en mí. Honestamente no pude ponerme a ver si en los asientos, o en el vidrio encontraba algo que me llamara la atención. Miraba a la gente. Escuchaba y veía al niño chiquito diciéndole al padre que le había ganado el lugar y éste, de un metro noventa de estatura, le contestaba a su hijo que lo iba a sentar en sus piernas. Y el niño reía y le reclamaba porque le quitaba su asiento, sin poder oponer resistencia a que el padre lo cargara para sentarse.
No entiendo por qué me cuesta tanto trabajo concentrarme. Bueno, sí entiendo que es porque no me gusta la carrera, y porque realmente siento que pierdo mi tiempo. Pero por más que me empeño en perder mi tiempo de manera productiva –aunque suene contradictorio, la verdad es que tiene todo el sentido-, no puedo.
Estoy tentada a escribir. Tentada por el teclado de la computadora, por la pluma y el cuaderno, por el celular donde en ocasiones me apunto pensamientos, o alguna irrelevancia importante para mí –de nuevo las paradojas-. Me invita el cartón de la sopa Maruchan ubicado frente a mí, solamente porque tiene muchas palabras.
No quiero estudiar. No esto. No efectos de la comunicación, no comunicación. Letras. Letras. Letras que me hagan sentido y que me entiendan. Que me empleen como vínculo de expresión.
Quiero eso. Y en la carrera me he refugiado en una de las bellas artes que emplea la literatura y que muchas veces se basa en ella: el cine. El cine es arte, o es porquería. Es una manera de expresión de la que yo pendo. Pero pendo porque estoy colgada como capricho porque no tengo Literatura. Estoy resquebrajada por no estudiar lo que quería –por pendeja, lo cual es culpa mía y de nadie más- y pensé que el cine podría ser un pedazo del manto estelar que me acogía con las novelas, los cuentos, la poesía, los ensayos.
Pero si uno ha servido a la que considera la mejor de todas las artes, es muy difícil ser devoto de un dios distinto. De menor categoría. Pero bueno, es lo que tengo ahorita y tampoco voy a dejar de agradecer la oportunidad que se me dio de estudiar.
Sólo que de verdad debí haber estudiado Letras.
2 comentarios:
jajaja.. no eres la uncia que cree que esta perdiendi el tiepo... a mi me gustaria haber estudiado ilustracion o diseño...
ni modos. UNO se lo BUcó POR PENDEJO!!!!!
Así es... uno se lo buscó por pendejo
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