domingo, 5 de agosto de 2007

Pensar sinsentido...

En algún día de las vacaciones tiré agua sobre el teclado y se descompuso la barra espaciadora. Como ésta es la computadora que contiene mi vida y con la que me conecto a internet, copié un espacio de algún texto y me puse a escribir sustituyendo la barra con manzanita más v.

Es más lento, pero aún así logro mi cometido. Necesito ir a Mac a preguntar cuánto cuesta que me arreglen la tecla, o en su defecto comprar otro teclado.

Estos pensamientos absurdos permanecen en mi mente. Quisiera pensar otras cosas, como la continuación de cuento que comencé a escribir en enero y he dejado inconcluso.

Ayer lo retomé, pero las ideas no me fluyen; últimamente no dejo de pensar en mi mal corte de pelo.

Sí, me lo fui a cortar el jueves y no me gustó nada. El fleco me empieza a la mitad de la cabeza y, aunque le pedí encarecidamente que no lo cortara demasiado del largo, se ensañó y todos mis meses de avance se escurrieron entre las tijeras y 35 minutos.

También pienso en que he engordado mucho. DOnde mucho es mucho. Me frustra porque me había propuesto comenzar a bajar de peso en vacaciones, y en lugar de ello gané kilos. Desde hoy ni aire entre comidas.

Parece mentira cómo estas nimiedades acaparan mi pensamiento al grado que no puedo escribir, ni leer, ni casi pensar en otra cosa.

Maldita sea la estética.

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