lunes, 31 de agosto de 2009

Ideal

Hoy en la mañana llegué a trabajar, como en un día cualquiera. Como llegué a las 8 solamente estábamos dos compañeros y yo. Uno de ellos es una mujer muy alegre que siempre tiene buena cara, incluso cuando le atacan migrañas terribles. Su nombre es Lupita y está encargada del control de calidad de la empresa para la que trabajo. Saludé en voz alta, y entonces ella volteó a verme y se percató de que traíamos puesto collares muy parecidos. Comentamos sobre los collares, y entonces ella me dijo: “Mi marido dice que parece que quiero que la gente sepa que llego cuando uso este collar”. Me reí y me fui. Después caí en la cuenta de que esa mujer tenía un marido y parecemos de la misma edad.

Hace un rato le pregunté cuántos años tiene. “Veintiséis”, respondió. “¿Y ya estás casada?” “Sí” Por supuesto, mi siguiente pregunta fue cuánto tiempo tiene casada, y contestó que por el civil tiene un año tres meses, y por la iglesia tres meses. “Nos casamos por el civil el mismo día que cumplimos nueve años de novios, y por la iglesia cuando cumplimos diez”.

Es decir, que son novios desde los dieciséis años. Y su compromiso hacia el otro es tan fuerte que incluso lo reforzaron por la iglesia. Yo soy atea, pero creo que casarse por la iglesia es un ritual muy serio, quizá el más serio de todos, porque de verdad quiere decir que alguien quiere estar con el otro por toda la vida. A lo mejor soy incongruente, pero si algún día encontrara a alguien con quien estuviera segura de querer vivir mis días, me casaría con él por la iglesia. Me casaría con él por todos los rituales posibles (sí, de todas las formas posibles). Si soy honesta, cuando ella me estaba contando eso los ojos se me llenaron de lágrimas. Sí por romántica, también porque vi un reflejo contrario al mío. “A lo mejor, si las cosas hubieran sido diferentes, en dos años estaría casándome por el civil y por la iglesia, y por cualquier ritual, con mi highschool sweetheart”.

Me pegó la certeza de que ya una vez estuve segura de querer pasar el resto de mis días con alguien. Y no se pudo. Ni se puede. Ni se podrá nunca. La única vez en la vida en la que el statement 14 dejó de ser certeza fue en esa época en la que quise comprometerme a ese grado. En el que estuve dispuesta.

Escuchar a Lupita me hizo pensar que el sufrimiento de unos siempre valdrá la felicidad de otros. Y sí, sí me da gusto ver que esos sueños sí se realizan, aunque a mí no me haya pasado.


"They say it fades if you let it,
love was made to forget it.
I carved your name across my eyelids,
you pray for rain I pray for blindness."
The arcade fire

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