My boys totalmente jajaja
Después de esperar quién sabe cuánto tiempo (quiero dejar claro que, ayer, el tiempo era alterno, no me importaba y yo no le importaba a él), llegó el grupo de excursionistas que ha subido muchas veces y, después de adquirir los permisos, subimos en coche por el camino que nos llevaría a la falda del Iztaccihuatl.
Y llegamos. Estaba ahí, grandiosa y tranquila, la mujer dormida, esperando que alguien la despierte. Era como si, por veinticinco pesos, todos tuviéramos el derecho de desafiar su sueño e intentar llegar a su rostro para despertarla con nuestros pasos.
Ahí está, como siempre, aguardando
La montaña, gigantesca, y nosotros, tan pequeños. Un contraste natural. La prueba fehaciente de que nosotros pertenecemos a la naturaleza, no viceversa.
Empezamos a subir. Mi corazón palpitaba con intensidad y me dolía el orgullo. No era posible. Ni diez metros y yo me estaba muriendo. Así fue todo el camino. Los demás se me adelantaron y Aldo, muy lindo, me esperó todo el camino. Hice con él la subida. Se adelantaba, me esperaba y cuando yo llegaba, descansábamos. Al menos, el ritmo lento me permitió ver mucho mejor el paisaje.
Apenas al principio, y cuán diminuto se veía ya todo desde arriba
Las sombras, una maravilla
Nos tocó de todo: neblina que no permitía ver detrás de nosotros. Era como si, a cada paso que dábamos, se acercara a cubrir nuestras huellas los ojos de quienes acababan de hacerlas.
My friend and the fog behind him
Luego se abrieron las nubes como cortinas de teatro para presentarnos al sol y para que pudiésemos ver, del otro lado, al dueño mitológico de aquella mujer voluble y contrastante.
El cráter. Las nubes a su alrededor parecen un biombo
A veces sí, una imagen vale más que mil palabras
Adelante, el camino estaba más empinado y la tierra más suelta। Por supuesto, me habían dicho que llevara una chamarra gruesa que ni siquiera se bajó del coche, y pronto me despojé de la sudadera que traía. Me di cuenta de que los jeans no habían sido una buena opción, y de que mis tennis no eran suficientes. Y sin embargo, mientras el cuerpo aguante, uno tiene que seguir.Y yo seguí. Lentísima. Pero seguí. Me da orgullo decirlo. Más allá de que fui la última, tanto en la subida como en la bajada. Me da gusto decir que lo hice, y decir que nunca me ha limitado la mente, ni tampoco el cuerpo. Me da gusto ser voluntariosa, porque sólo así puedo decir que llegué al siguiente punto.
La fábrica de nubes
O al menos así le he puesto yo al segundo portillo. Desde abajo, mi motivación era llegar a un lugar donde las nubes se precipitaban, donde parecía que se estaban haciendo. La fábrica de nubes. Quería llegar ahí. Si se podía, a lo mejor quería llegar un poquito más arriba. Tantito, quería que en mi mente se quedara grabada la idea de que estuve sobre las nubes. De que caminé arriba de ellas. Pero primero, primero tenía que llegar a ellas. Adonde se hacen.
El segundo portillo. Ahí era el lugar. La niebla chocaba contra la mujer dormida, y entonces se partía y se formaban las nubes de figuras. Ya, aunque el viaje había valido la pena, ése era el orgasmo. No sé cómo no lloré. Tenía toda la intención y todas las ganas. Pero no... nomás me quedé ahí, perpleja. De pronto me entró nostalgia por un país que desconozco, diferente del México tercermundista y citadino. En algún momento hasta sentí coraje hacia mi condición física, porque bien sabía que ya no podría andar mucho más de lo que había andado ya.
La piedra donde la niebla golpea
Otra toma
Ahí ya no llegué
El regreso
Bucklet list- Iztaccihuatl- Checked
1 comentarios:
Que padre que hayas tenido una aventura tan padre. Siempre es hermoso ser parte de la naturaleza :)
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