jueves, 28 de enero de 2010

Acabo de leer la entrada del blog de Chrystopher por segunda vez, el de la felicidad vicaria. Hace tan poco que yo me sentía en la felicidad absoluta. Y hoy otra vez estoy en ese punto de felicidad vicaria. No quiero tener malos pensamientos, pero llegan a mí de golpe, nomás me distraigo tantito y llegan. No sé si bloquearlos o no.

En realidad me doy cuenta de que los he bloqueado. He bloqueado muchas cosas, una de ellas mi capacidad de perseverar. ¿Será que he perdido tolerancia al dolor y, por ende, mi característica de perseverancia? Se me hace que sí. Lo único que sé ahorita es que quiero llegar a mi cama a ponerme a llorar como loca hasta que me quede dormida. Y como me voy a dormir cansada de haber llorado tanto entonces no voy a soñar. Y mañana me voy a despertar con los ojos hinchados y el ánimo en los suelos, pero tranquila.

La verdad ya no quiero seguir pasando por eso, yo creo que ésa es la razón por la que ya no persevero. Se puede o no. Y si no se puede ya no me dan ganas de que se pueda. ¿Será que me pase así por el resto de la vida? ¿Será que algún día se pueda? Avanza el tiempo y lo dudo más. Porque me sigo equivocando y por más que quiera aprender del error no lo encuentro. Mejor ya ni lo intento. Sí, las coincidencias sí son señales, lo que pasa es que yo las interpreto siempre, siempre, mal.

A seguir después de la pausa. A seguir.

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