sábado, 30 de enero de 2010

Paréntesis

No puedo dormir. ¿Qué es esto que sucede? No lo sé. Me siento tan poco familiarizada con estas cosas. No sé. Sólo no quiero pensar. Pero pienso. Más allá de pensar, siento. Está bien sentir, supongo, pero estaba desacostumbrada a sentir tanto.

No soy masoquista, pero definitivamente el dolor me hace sentir viva. Ni modo. Uno se decepciona y la vida sigue. Y si yo pensara de otra manera entonces significaría que no he aprendido nada. Y sí he aprendido. He aprendido, por ejemplo, que es mejor zafarse un poco de la parte de la naturaleza femenina que implica cuestionarse y darle vueltas al asunto. Lo acabado, acabado está y punto. Es mejor creer lo que se dice que preguntarse si será o no cierto. Si se dijo es por algo y el fondo es lo que importa, aunque la forma en que se manifiesta sea como el puñal, podría haber sido una bala y el resultado sería el mismo. Dentro de todo, me siento tranquila. Creo que hice lo que podía, y tenía intenciones de hacer más que eso, incluso.

He comido por obligación. Dos veces en dos días. No tengo hambre. Es la primera vez que me siento triste y se me va el apetito. Generalmente me sucede al revés. No es que piense todo el tiempo en eso, es que creo que la tristeza está en un nivel semiprofundo y constante, justo ese nivel que también se nutre de decepción, sin que tenga que pensar que estoy triste. Igual, no voy a evadir mis sentimientos ni enterrarlos mediante el bloqueo. Sencillamente dejaré que fluyan. Si ahora estoy triste, estoy triste y punto. Tengo que realizar mis actividades cotidianas –no voy a dejar de llevarlas a cabo- con una variante que no me impide vivir. Tal vez mañana me quede en cama hasta que me toque ver a Chrys. Tal vez no.

Hoy vi una película con mis amigas, Up in the air, y me llegó muchísimo una frase: “Tú eres mi paréntesis, ésta es mi vida real”, palabras más o menos, pero ése era el punto. Así me siento yo, como un paréntesis, y yo que estaba tan dispuesta a escribir la oración completa y sin paréntesis ni guiones largos como acotación.

Se me olvidó que, cuando se trata de seres humanos, uno no puede pensar en “eterno”. Simplemente porque no lo somos. Somos personas. Finitas. Y en este caso yo pensé en sempiterno, inacabable.

Ya tampoco me brotan lágrimas. Es más intenso que las lágrimas. Es cerrar los ojos y ver que el espacio que antes ocupaba una imagen, una idea, una palabra, ahora es negro como un hoyo que se queda en nada. Y pensar que hace tan poco esa única palabra, la imagen, la idea llenaba todo. Mi espíritu colmado de anhelo y esperanza, ahora sólo espera que pase el efecto.

Tengo muchos cuestionamientos en la cabeza pero cada vez que trato de plantearme uno para resolverlo mi mente queda en negro. No pienso. Soy ese paréntesis que no se había dado cuenta de que no pertenece a la frase principal.

Eso soy ahorita. Mañana… mañana quién sabe.

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