domingo, 21 de noviembre de 2010

Feliz cumpleaños

Fue el cumpleaños de un amigo con el que estoy completa y absolutamente distanciada desde hace más o menos un año, a quien no sé si llamar examigo en la práctica, pero para efectos de este escrito será "ex". La cuestión es que Ex cumplió años y me invitó a su fiesta una invitación a través de los eventos de Facebook, (herramienta que les recomiendo ampliamente en caso de que quieran ofender a alguien y no tengan los pantalones, la paciencia ni el interés suficiente de buscarle). Está de más dejar claro que no fui, pero por si alguien lo duda, no fui. No me interesaba. En algún punto pensé que tal vez me dolería ver fotos de la fiesta, porque era un tema recurrente entre mis amigos (los que sí continúan siéndolo). Pero no. A decir verdad, me dio gusto no haber ido y no lamentar mi decisión ni durante un instante. ¿Qué hice ese día? Me quedé en casa viendo "Secretos de un matrimonio" y me fui a dormir temprano, y aún así creo que invertí mejor mi tiempo que asistiendo a esa fiesta.

Al día siguiente me desperté a las 7, y por ahí de las 9, minutos más o menos, recordé la fecha. "Una llamada", pensé primero, pero luego me pregunté qué diría en una llamada. "Nada, no tengo nada que decir". "Un sms". Podría ser. Una convención que decir y punto. Pero no. Tampoco me nació. Así que abrí la aplicación de Facebook desde mi celular, busqué su perfil y entré a su muro: "éste es el medio perfecto", me dije, y le dejé un recado ahí.

No fue venganza de que él no me felicitó en mi cumpleaños y me tuve que ir sola ese día, aunque me había prometido que me llevaría. Fue simplemente la proporción de felicitación que ameritaba en relación con la "amistad" que hemos tenido este año. Invitación por facebook=felicitación por facebook. Quien quiera que diga que estoy ardida. Quienes lean entre líneas se darán cuenta de que me duele un poco y de que mi orgullo está muy herido. Cuando vi esa invitación recordé de inmediato a una exnovia de Ex, con quien quería quedar bien (bueno, no sé porqué lo hizo) y la invitó por mail.

De inmediato me di cuenta de que sí, estoy destinada al ostracismo. De nada vale que yo no sea una exnovia y que durante varios años haya ostentado el título de "mejor amiga". En cuanto lo saqué de balance, en cuanto dejó de sentirse seguro ante mi opinión sobre él, en ese momento resultó conveniente desplazarme. Tal parece que para él la gente es desechable. Al menos yo lo fui.

Me pregunto qué pensaba. Si en él de verdad cabía la idea de que yo, así como soy, iba a llegar a su fiesta ridículamente disfrazada -era de disfraces- para abandonarme a su abrazo. Afortunadamente me quiero más que eso y no necesito que nadie me dé mi lugar para dármelo.

Ex es un tipo encantador y seguramente aquí la mala de la historia soy yo. Pero, ¿qué más da parecer el villano si ahora que la otra persona no está, uno se siente más tranquilo, incluso en el enojo?

El orgullo herido tiene sólo una razón. Es una pero, oh, qué grande es: ¿cómo se atreve a compararme con sus ex (con sus patrones de comportamiento surge la idea de una comparación)? ¿Cómo se atreve a pensar que soy sustituible? Si, aún con mi "actitud negativa, como él la llamó, soy una mujer excepcional. Maravillosa. Espectacular.

En fin, el tiempo es oro, y conmigo, él ya no lo tiene.

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