sábado, 17 de diciembre de 2011

Spider- Patrick McGrath

“Empiezo a escribir. Y mientras lo hago ocurre algo raro, el lápiz empieza a moverse por las tenues rayas azules de la página casi como si tuviera voluntad propia, casi como si mis recuerdos de los hechos anteriores a la tragedia de la calle Kitchener estuvieran contenidos no en el interior del áspero casco de cuero de esta cabeza mía sino en el propio lápiz, como si fueran pequeñas partículas apiñadas en una alta y delgada columna de grafito, que cruzan la página mientras mis dedos, como un motor, proporcionan el medio mecánico para su descarga. Cuando esto ocurre tengo la extraña sensación no de escribir sino de ser escrito, y ha llegado a despertar en mí sensaciones de terror, débiles al principio pero que aumentan día a día”.
Dennis Cleg, Spider 
(fragmento de la novela Spider de Patrick McGrath)
No cabe duda que los escritores se reflejan en lo que escriben. Patrick McGrath sabe de locura porque pasó su infancia viviendo al lado del manicomio de Broadmoor, pues su papá era el superintendente.

Afortunadamente, McGrath se convirtió en escritor y concibió una novela sobre la locura llamada Spider. Escrita en su mayoría en primera persona del singular, a manera de un diario, Dennis Cleg narra su tortuosa infancia al lado de su padre, los padecimientos y el oasis que su madre representa, y la llegada de un tercer factor: Hilda Wilkinson, una prostituta con quien su padre se enrolla.

 Con una gran capacidad descriptiva, McGrath nos lleva por senderos oscuros con tanta agilidad narrativa que incluso parece que solamente estamos evocando recuerdos y no leyedo una historia ajena. De pronto el lector atento es capaz de fundirse con el personaje, de convertirse en la Araña… entonces, sólo entonces, la historia da un giro sorpresivo que parece unir las piezas aparentemente bien puestas.

Así, de la mano de Dennis Cleg recorremos los caminos sinuosos de la sinrazón, sobrepasamos el límite de la cordura sin que nos demos cuenta desde cuándo empezó a suceder. Todo es tan real que lo comprendemos aunque no tenga sentido.

La capacidad excepcional de crearnos el ambiente propicio para la empatía, para la tensión y para la intriga es plausible en los elementos que hacen de Spider una obra maravillosa de culpa, desolación y locura con un final casi obvio, no por ello menos desgarrador.

Charbelí 

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