lunes, 13 de febrero de 2012

Ave

Sol está aprendiendo a hablar. Primero, en vez de pronunciar "Sol", decía "Lol": Pocas semanas después ya podía pronunciar su nombre. Ahora, incluso se refiere a sí misma como "Sol". Por ejemplo, le preguntamos, "¿de quién son esos zapatitos lindos?" y ella contesta "Sol". "¿Y tú quién eres?" "Sol".

Si hago el recuento de un año para acá, puedo afirmar que es impresionante cuánto ha crecido. Su vida ya no nada más se trata de escuchar a los demás, sino de escucharse y hacerse escuchar. Ahora decide, prueba y discrimina. Caminaba primero, torpe como una bebé, con las rodillas estáticas y las pompis de fuera. Hoy corre. Se enoja con papá si intenta detenerla. Ahora es una niña chiquita, pícara, hermosa, genuina.

Sol cumple dos años. Y repite las últimas sílabas de las palabras que escucha. Y luego usa esas últimas sílabas para cantar. Siempre está pendiente: grita "papá" con la voz aguda, de bebita. Juega a que nos presta sus juguetes y luego nos los pide de vuelta. Si tiene sed, dice "jugo". Ama las tortillas y se come el pollo simultáneamente con el danonino. Tiene el cabello color negro, lacio y con dos remolinos que le dan un poco de volumen. No le gusta que le pongan sombreritos o prendedores. Sabe decir "no". Si está ocupada y le hablas, va a contestarte "ahí voy". Tal vez le regales un juguete y se entretendrá con la caja. Puede ser que use una bolsita rosa y la cargue en el antebrazo, como una señora de setecientos treinta días de vida.

Mi corazón se colma de amor y mis acciones de miel cuando estoy con ella. Aún no me dice "tía, te amo", pero cuando me acerco y me abraza, o me da un beso, siento que todas las mariposas monarcas se agolpan en mi estómago y revolotean con violencia. Literalmente me da la impresión de que el corazón deja de bombear durante un momento. Me inspira todo el amor del mundo. Un amor completamente libre de condiciones y de egoísmo. Me honra cuando escucho a la gente decir que nos parecemos. Ella, que es la materialización de la abstracción de belleza y pureza.

Y ahora, como aún no puede decirme "Charbe", me dice el nombre de los animales que me dan pánico. Me dice "Ave". ¿Y saben qué? Es justo como cuando, en mi sueño, la escuchaba decir "Charbe, te amo".

Feliz cumpleaños, Chole.

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