martes, 15 de mayo de 2012

Hipócritas

El arte de revolucionar y derrocar los Estados consiste en socavar las costumbres establecidas retrocediendo hasta su origen para poner de manifiesto su falta de justicia.
 Montaigne

Aunque la forma esté antes que el fondo, esto no quiere decir que esté por encima de él. Desde el pasado 11 de mayo, cuando Enrique Peña Nieto estuvo en la Universidad Iberoamericana, no he dejado de escuchar críticas hacia la manera en que la comunidad estudiantil se manifestó en contra del candidato. ¿Por qué no nos escandalizamos también de la manera en que los periodistas de Tercer grado agredieron a la presidenciable Josefina Vázquez Mota? ¿No es igual de escandaloso tuitearle a Calderón que es un pendejo? ¿A poco estuvieron en contra de la guerra sucia que impidió que AMLO llegara al poder hace seis años –no creo, de lo contrario nuestro presidente habría sido él–? Al parecer, nada de eso nos pone a lloriquear. Al parecer, sí se puede difamar al presidente y agredir a otra candidata, sí se pudo asegurar que "El mesías tropical" era un peligro para el país, pero, ¡qué escandalo! Pobre de Enrique Peña Nieto encerrado en el baño. Seguro los niños fresas de la Ibero iban a matarlo.

Detrás de pendejear al presidente o gritarle "Asesino" al candidato del PRI/PVM, está el fondo. ¿O acaso porque una mujer sea fea o porque un hombre no se ha bañado en días disminuye su valor como persona? ¿Por eso vale menos su inconformidad? Ahora resulta que hablar con la verdad es faltar al respeto. Ahora resulta que poner en evidencia –tan solo una vez más– la ignorancia de un aspirante a la presidencia es irreverente y reprobable. Ahora resulta que no hay que llamarle "Asesino" porque igual y se enoja. Prefiero mil veces la manifestación del sentir colectivo que la "autorregulación" de los medios que solo aplica para tapar los malos días de un candidato y hacer hipérboles sobre los errores de los otros. Prefiero la honestidad de estos muchachos que, al unísono, gritaban "La Ibero no te quiere". ¿Está mal decir que la Ibero no lo quiere? Yo no lo quiero tampoco. Si gana, ¿entonces tendré que cortarme la lengua porque no lo quiero?

Los acontecimientos en la Ibero me devolvieron la esperanza. Admiro que hayan salido del anonimato para preguntar. Que sus rostros firmaran las palabras de las cartulinas.

Hace unos meses, Aguilar Camín atacaba a los tuiteros porque escriben desde el anonimato. El viernes, la comunidad no era anónima. Eran "los alumnos de la Universidad Iberoamericana". Era Enrique de tal carrera o Pamela de esta otra. Y aún así, salen periodistas y civiles a juzgar los actos de los estudiantes.

La marcha antiEPN

Énfasis merece la marcha que se llevará a cabo el 19 de mayo de 2012. He leído cantidades pesadas de críticas que más o menos versan así: "¿Para qué hacen una marcha? Demuestren sus inconformidades en las urnas". Quisiera pensar que esto lo dice gente que no estudió Comunicación y que no conoce las teorías. Lo cierto es que, como constantemente lo recuerda Lourdes Chávez, "percepción es realidad". El efecto bandwagon establece, a grandes rasgos, que la gente se va con aquello que prefiere la mayoría. Es decir, si la percepción es que Enrique Peña Nieto va ganando, entonces tendrá más adeptos, porque a la gente le gusta estar con los ganadores, no con los perdedores. ¿Se preguntan cuál es el punto de manifestarse? Pues, de entrada, ese: manifestarse, que hay que aplaudir y celebrar, porque el derecho a la manifestación de las ideas no podía ejercerse en este país en pleno siglo XX –¿o es que ya no se acuerdan? Claro, con tal falta de memoria histórica, ¿cómo puedo sorprenderme de que EPN esté en primer lugar?–. Asimismo, es momento de ver si los esfuerzos ciudadanos dejan de quedarse en las redes sociales, a las cuales la mayoría de la población en México no tiene acceso. Acuérdense de cómo se quejan siempre de que la gente se queja detrás de la pantalla sin mover un dedo. Pues bien, es momento de manifestar nuestras inconformidades en una marcha. Así que yo sí voy. Yo, una ciudadana más, que no es experta en política, que todavía no sabe por quién votar, pero que le queda claro que Enrique Peña Nieto y la "ideología" que abandera no corresponde con lo que ella quiere para su amado país.

Me gustaría terminar diciendo que siempre he preferido a Francisco de Quevedo sobre Luis de Góngora y Argote, no como experta sino como lectora.

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