viernes, 25 de enero de 2013

Farewell, dear Rob

Hoy fue la despedida de Roberto. De Rob, que se va a otro país. De Robertitou, que cambió de piel hace ya un tiempo para convertirse en un hombre capaz de tomar la decisión que, hasta ahora, es la más importante de su vida: modificar latitudes para construir una escalera que lo lleve a sus sueños.

En todo el tiempo que supe que se iría —creo que lo he sabido siempre—, no hice el ejercicio de anticiparme al momento del abrazo.

Solo sucedió. Sin que yo hubiera estado preparada para ello —a pesar de saberlo desde siempre—. De pronto entre nosotros estaban los recuerdos de ocho años de conocernos. Los ojos se me llenaron de lágrimas cuando nos recordé en su casa gigantesca en Amores y vino a mi mente la idea de su cabello semilargo. Se derramaron cuando volví a vernos en su departamento en Fresas, donde planeamos la recreación en pantalla de una anécdota enternecedora que Rodrigo, su hermano, había vivido. Vinieron las noches de Scrabble a mi memoria, cuando jugábamos Lozano, Aldo, Rob y yo. ¡Cuán poco necesitábamos para divertirnos! Apenas un abecedario incompleto para formar palabras.

Se siente tan lejano el recuerdo de Aldo, Roberto y yo en una especie de club de Toby y Lulú, considerando este viaje que ahora uno de nosotros emprende. Las juntas, las conversaciones en el auto de Aldo donde él y yo llorábamos indistintamente mientras Rob nos escuchaba.

Hoy, cuando nos abrazamos, a la par del nacimiento de la certeza de su éxito, murió una época. Una época de tres que se esfumaba desde antes, pero que hoy terminó completamente. Rob se lleva la antorcha de nuestros anhelos comunes, y estoy segura de que hará que nos sintamos orgullosos de él dondequiera que vaya, con lo que sea que haga.

Siempre supe que su talento no era local sino que habría de internacionalizarse. Apenas es el principio, y como todo principio se deriva de un final, se ha terminado un capítulo en donde él se atrevió a poner punto final. Él escribió ya la letra capital de uno nuevo: a life-changing trip.

Lo voy a extrañar. Voy a extrañar hasta el grito desesperado de quien ya no quiere que lo molesten. Voy a extrañar el sueño prematuro que padecía en Cuernavaca. Me voy a acordar siempre, como ya me acuerdo, del día que me dijo que jugar un videojuego era como leer una novela. De su Reino. De la forma en la que, en su examen profesional, mencionó solemnemente "Te la pelas", junto a "significado" y "significante". La. manera en la que crea, en la que trabaja, en la que se esfuerza.

Qué risa cuando evoco aquel día que, en su casa, retiró la apuesta ante los ojos incrédulos de todos. Cuando rapeaba con Aldo.

Pocas veces he sentido tanta confianza como en casa de Roberto. Pocas veces me he divertido tanto como cuando le atinaron a "Faisán", o como cuando jugamos papelitos y le ganamos a Kim, Lamk y Miguel, los expertos, y nos ganaron en Tabú, nosotros que tan confiados estábamos en nuestra racha invicta.

Voy a añorar nuestras conversaciones. Pocas a solas, pero ¡tan significativas! Siempre reveladoras. Aun así, la vida sigue. Para mí, aquí, para él, allá. Me entristece pensar que alguna vez formamos parte de un trío de personas que tuvieron mucha intimidad -por lo menos yo así lo viví-, y que la partida de uno de los miembros fundadores del club me hace consciente de que esa que alguna vez fui, no soy más. Sin embargo, me llena de regocijo pensar que he sido parte de la historia de este personaje tan complejo llamado Roberto, así como de saber que él es parte de mi vida, de mi pasado, del presente y, seguramente, del futuro.

Así que, aunque duele que haya una frontera geográfica que nos separe, cómo agradezco que él y yo hayamos franqueado una Frontera con un muro, una pelota y un niño.

Hasta pronto, Rob.

I hope you know that you're a graceful folk,
you filled the room with hope and light.
It's only right that you should go your way,
cause nothing ever lasts that long.
Keane

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