Soy necia. Las uñas se me entierran una, otra y otra vez, y por más que me prometo no volver a usar el castañascortauñas, lo cierto es que cada vez que siento que las uñas de los pies me crecen mínimamente, las corto "un poco" y ese poco termina dejando siempre algún pico chiquito que me molesta muchísimo. Siempre regreso al podólogo con el problema de una uña enterrada y le prometo que no volveré a confiar en mis pésimas habilidades...
En este episodio, el más reciente de todos, pude percibir dónde estaba el error: el corte no es parejo y queda una parte más larga. Es una parte mínima, imperceptible para el ojo, pero tan molesta que el dedo gordo empieza a hincharse. Como siempre, me reprendí por no esperar la cita con el podólogo, pero uno tiene que ir aprendiendo así que, a diferencia de las ocasiones anteriores, esta vez pensé: mañana mismo voy por ayuda.
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