domingo, 14 de enero de 2007

Un personaje imaginario


Lo mejor de escribir es que uno tiene la capacidad de darle vida a sus personajes y ser una especie de dios -o, para no herir sensibilidades, de Hado- que controla el camino de los actores de su narración. Es mucho poder y mucha responsabilidad con uno mismo y con aquellos individuos imaginarios que durante algunos instantes y páginas comparten un poco de su intimidad con el creador de su historia.

Algunos de los que escriben incluso se vuelven actores de sus propias historias y desarrollan el texto en primera persona del singular. Otros tantos consideran más conveniente la omniscencia, y entonces describen pensamientos, diálogos y situaciones en tercera persona del singular. Son como observadores silenciosos de un todo -omnipresentes, omnipotentes- y algunas veces caracterizan a sus protagonistas con algún rasgo propio. Otros se sitúan en su papel de creadores y entonces hablan a sus personajes a través del libro. "Te levantas y vas al baño, entonces te das cuenta que tu reflejo ha desaparecido. Aunque te llevas las manos al rostro, no puedes ver tus propios movimientos en el espejo..." Ellos toman el papel de Hados muy en serio.

Yo tengo presente uno de mis personajes. Uno con el que he lidiado desde hace más de dos años y que no me puedo sacar de la cabeza. Se llama Dana y está escrita en tercera persona del singular. Surgió en un café cuando estaba en el último año de la preparatoria, y una amiga y yo imaginábamos historias en lugar de entrar al gimnasio. Ella escribió muchísimas hojas, y yo a raíz de eso empecé una novela.


Dana es la heroína de una historia situada en la actualidad. Es de esas respuestas inacabadas. Es la guardiana de mis pensamientos que en cada palabra padece conmigo mis sentimientos y yo padezco sus situaciones porque son reflejo de mis estados de ánimo.


Dana es mi personaje favorito en la vida. Admiro la vivacidad que posee, admiro la forma en que ha sabido salir de las adversidades y combatir las animadversiones que su creadora le escribe. Siento como si no la hubiera inventado yo, como si residiera en mi cabeza y me dictara cómo continúa su historia.


Pero últimamente no me ha hablado, y ya la extraño.

0 comentarios: