Tengo muchas cosas por contar. Sin embargo, quiero empezar por lo último, es decir, mi bautizo en el mundo cinematográfico.
El bautizo consiste en una tradición en la que los experimentados le hacen una novatada a quienes acaban de entrar. Como era mi primer proyecto en cine, el viernes me tocó Bautizo.
El mío literalmente fue bautizo, porque no me cortaron pantalones, ni me raparon ni ninguna de esas barbaries, me tocó que me aventaran lodo, y derramaran cerveza y casi un garrafón entero sobre mí.
Así las cosas, llegué a mi casa a las cuatro de la mañana apestando a cerveza y con cara de drogadicta por el desvelo y el cansancio de una jornada de veintidós horas de trabajo.
Pero espero que el bautizo me augure una magnífica carrera en el cine...
Se siente bien volver a escribir aquí
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