domingo, 15 de julio de 2007

Entre

la mugre y la extensión de la locación el cansancio aumenta. Eso aunado a que también hay que trabajar los sábados y levantarse a las 5:30 para atender el llamado, la mayoría de las veces puesto entre 7 y 7:30 de la mañana.

No hay tiempo para ver tele ni para leer ni para ver a los amigos: todo el tiempo libre lo dedico a dormir, y los domingos a mi familia...

Pero no me quejo. La verdad es que estoy encantada. Me encanta lo libre que me siento ahí. Ahí donde el tiempo no pasa y nadie envejece. Ahí donde Cuco -mi favorito- juega a ser niño y hace trabajos forzados, tan de adulto.

Me gusta estar ahí. No importa si es sirviendo el café o haciendo los sobres de comprobación del dinero que administré. Me encanta comer con el crew y conversar con alimentación y observar a Ramón pedir el dimmer (Es dimmer, no drummer) a 3/4, y el gobo como techito.

Me fascina ver a Elsa siendo diplomática con el actor difícil, y a Daniel jugar con su teléfono entre toma y toma, mientras Ariel arregla todo lo relacionado con su película.

Simplemente me encanta.

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