domingo, 2 de marzo de 2008

La feria del libro

Ayer hice la prueba: salí a ver si no me cansaba de más o si no me sentía peor. No estuvo tan mal como el viernes, que tuve que ir a hacer unos trámites urgentes y de plano me regresé a casa en taxi.

Ayer casi regresé a la normalidad. Casi.

El punto es que fui a la Feria del Libro en el palacio de Minería. Estaba atascada de gente. Entré por el Fondo de Cultura Económica y la verdad es que no había gran cantidad de títulos ni de descuentos, como prometen.

A Porrúa ni entré. El bochorno se sentía cinco metros antes de entrar. Después nos separamos y me fui con mi hermano a la nave central del edificio. Estaban los libros de Selector, ésos que en mi infancia no aportaban gran cosa, salvo chistes muy malos.

De ahí pasé a Siglo XXI. Recordé que en otras épocas de mi vida llegaba a comprar todos los libros que se me antojaran por título, y cuando los leía me daba cuenta que habían sido, en su mayoría, malas elecciones.

Ahora, me propuse adquirir únicamente dos ejemplares: uno de algún autor no sólo desconocido para mí sino también que hiciera referencia a alguna cultura ajena, y el otro que quería era Great Expectations de Charles Dickens.

Preferentemente quería un africano, y por supuesto, un inglés.

Al africano lo encontré en Planeta. Premio Nobel de 1988 -así que seguramente sólo para mí es desconocido-, su nombre es Naguib Mahfuz y escogí la obra titulada Tras la celosía. Es egipcio, así que aunque sea africano no es tribal ni mucho menos. Estudió Filosofía.

Leí la cuarta de forros y me pareció interesante.

A Charles Dickens no lo encontré ni traducido ni en el idioma original -que es en el que lo quiero leer-. En fin, ya iré a la Internacional o a alguna otra librería.

1 comentarios:

Rodricus dijo...

La Feria "Internacional" del libro perdió interés para mí desde la segunda vez que la visité (estaba en preparatoria). Los descuentos que ofrecen las editoriales son los mismos que puedes encontrar en Gandhi o las librerías del Sótano de Coyoacán. Y el surtido no suele ser el mejor. Pero eso sí: el paisaje... tantos libros esperando ahí, en los estantes. Cuando voy no veo a las personas. Sólo a los libros.