miércoles, 22 de abril de 2009

Mi Chryts

Si ya he hablado de que tuve la peor jefa del mundo, tengo que ser justa y hablar del mejor compañero de trabajo. En realidad, así honestamente y en retrospectiva, me dolió dejar Novartis porque me dolió dejar a mi amigo entrañable ahí.

No me perdona que no me acuerde de él. Teníamos una amiga en común y ya nos habíamos visto en alguna ocasión. Después fuimos a hacer entrevista el mismo día, y yo lo veía con reservas porque creí que era mi competencia. Entró a trabajar después que yo. Una semana o algo así. Me sentí tan feliz porque ya tenía con quien comer. Con quien hablar. Él, sin embargo, no habló mucho la primera vez. Me desanimó. Creí que mi estancia como becaria me destinaría al silencio.

Después se le soltó la boca. ¿Quién lo viera tan platicador? Es una persona con quien es súper fácil encariñarse. Su andar pausado, su risa escandalosa y sus ojos enmarcados provocan ternura. Al menos a mí me provocaron muchísima. De pronto hablábamos todo el tiempo. Y si no podíamos, porque estaban los consultores, y luego nuestra jefa detrás del vidrio, conversábamos por sametime. Si alguien se hubiera tomado la molestia de leer nuestras largas charlas, seguramente me habrían corrido antes del año y medio.

Me encantó que rompiera el hielo. Como en otras relaciones que he entablado con miembros del género masculino, de pronto se le olvidó que yo soy mujer. Quien diga que eso es una falta de respeto miente. Chrys nunca me ha faltado al respeto y la barrera del género quedó atrás hace mucho, mucho tiempo.

Pasábamos juntos muchas horas del día. Cuando ambos acabamos la escuela, pasamos más horas todavía. La boca se me suelta más que de costumbre cuando estoy con él. El semáforo de la aduana de mi mente siempre está en verde cuando platicamos. Y parece que el de él también. Gracias a eso tenemos anécdotas como "Que le regalen un MEGÁFONO", "Directora, hasta eso me vi educado, le dije SÍ, POR FAVOR"... perdimos cámaras, contestamos mamadas a los MPs de la compañía, nos cubríamos las espaldas, jodíamos a nuestra jefa porque nos llevábamos bien.

Me aguantó todo: desde mi música hasta mis berrinches, mis llantos en frente de la computadora. Me prestó su celular para marcar incansablemente a ver si aquel Shimamoto atendía mi llamada. Luego me gustó alguien del trabajo, y por mucho tiempo él fue el único que lo supo. Y después dejó de ser una amistad laboral. El trabajo nos unió y el tiempo nos hizo más cercanos. Luego fuimos a las convenciones de cómics juntos (él dice que no es geek, pero no podía esperar a que salieran los capítulos del Hades de los Caballeros del Zodiaco), al centro Woody Allen, y lo lleve a mi graduación.

Siempre está ahí, en las buenas y en las malas. Es un TIPAZO. Es único e irrepetible. Sincero hasta la madre, directo también. Me aventaba al ruedo cada vez que había que pelearnos con la jefa, como si yo fuera el perro y él se encargara de llevar las apuestas.

Fumamos, reímos, lloré, sentimos, padecimos con el otro, nos torturaron psicológicamente por año y medio, pendejeamos a los demás, criticamos a los demás, nos quejamos, volvíamos a fumar, peinábamos el comedor en busca de nuevas adquisiciones, comíamos, bebíamos, nos desvelábamos, platicaba conmigo, platicaba con él, nos quejábamos de otros amigos, chismeábamos, nos cortábamos el cabello juntos, broméabamos, hacíamos, deshacíamos, mejoramos la intranet (mejoramos, jajaja), editábamos videos, hacíamos contenidos, mandábamos la revista (guiño guiño), enviábamos boletines (sigo odiándolos), recolectábamos dinero, gastábamos en el snack, nos molestaba la burocracia, sacábamos copias, escuchábamos música, cantábamos a Metallica, El Triste (versión OTI, porque el grito no tiene madre), el soundtrack de Old Boy (el disparo), sufrimos a nuestros Shimamotos, acabamos la escuela, gritábamos, nos callaba la jefa, nos regañaba juntos, nos enojábamos con ella, llevamos el departamento de Comunicación Interna, editábamos fotografías, mentábamos madres, nos aconsejábamos (qué tal el Director Médico), éramos parte de nuestro PEP particular, en donde yo era la Directora y él el CFO, montamos una exposición (lo que el viento se llevó), tomábamos fotografías (cuando había cámaras), recogíamos encuestas, leímos Mira si yo te querré, tomamos café, nos divertimos, nos hicimos amigos.

¿Qué más me falta mi Chryts? Ah sí, LO MEJOR DE NOVARTIS fue haberte conocido.

1 comentarios:

Chrystopher dijo...

Simplemente gracias Directora, qué más puedo decirle que no sepa ya, ahhh sí que se olvidó de ésas tan anheladas colectas para casa alianza jajajajajaja. Todo un gusto, una experiencia y un aprendizaje ese año y medio. Como le dije le aprendí mucho y pues son cosas que no se pueden pagar.