jueves, 16 de abril de 2009

Shimamoto

Amé muy mal. Lo digo sin temor a equivocarme, porque ya me equivoqué cuando amé mal. Lo peor fue que disfruté amar así. Me gustó padecer. Me gustó sufrir. De otro modo, ¿por qué habría seguido ahí?

Amar así cansa. Después de seis años y medio, si uno sigue enamorado, el amor ya está agotado, y amar cansado sigue siendo amar mal. Yo espero la tercera, porque la tercera es la vencida y quiero amar mejor.

Nos conocimos el primer día de la preparatoria. Yo esperaba a mi mamá afuera de la escuela y comía una congelada. Tenía la buena costumbre de hablar sola -buena porque en esos diálogos uno logra mayor profundidad en la introspección- y se cruzó en mi camino un tipo que creyó que le hablaba.

Mentiría si no admitiera que desde aquel instante me gustó. No me enamoré de él -eso pasó después-, pero de inmediato hubo algo que me atrajo, una fuerza invisible pero fácilmente perceptible -sí, es cacofónico, pero no tengo antojo de cambiarlo-. Algo. No sé si su altura o sus ojos o su voz. Me pareció amable y guapo y yo le resulté extraña, pero supongo que interesante puesto que siguió buscándome.

Debí haberme alejado cuando se burlaba de mí. Una vez, abiertamente me dijo fea. Y yo resistí. Me había pintado una telenovela mental en donde él, el protagonista, recapacitaba sobre querer a la fea de la amiga que vale más que las demás por su gran corazón.

Aquella relación acabó con mi autoestima, pero ahora que la veo en retrospectiva, yo sola acabé con ella por permitirme estar con alguien como él. No es mala persona, aún ahora, tantos años y tanto daño después, me atrevo a decir que no es mala persona. Sólo está muy confundido.

Yo, por mi parte, dejé mis sentimientos en ese pasado que viví con él. A veces pienso que es la última vez que amaré en lo que me queda de existencia. O que este amor será constante. Sólo que a veces ya me cansa. Después de haber escrito tanto sobre él, me parece que se me agotaron las ganas de seguir amándolo. El amor también es voluntad, y últimamente, después de tanto tiempo, la voluntad hacia el recuerdo empieza a extinguirse.

A él le deseo lo mejor. Le deseo una gran vida. De verdad quiero su bienestar. Quizá es la única parte del buen amor que me queda. La genuina intención de que él sea feliz. Quería que fuera feliz conmigo, pero aquello era imposible. Ninguno de los dos fuimos felices mientras estuvimos juntos. Juntos como amigos, o como quiera que se defina lo que éramos, porque la palabra jamás fue noviazgo.

Mientras estaba pensando qué escribir, qué escribir sobre él, pensé en anotar la siguiente frase: "Ha impactado mi vida como nadie más". Hoy creo que la aseveración es injusta. La realidad es que nos alejamos hace tanto que ahora somos personas completamente diferentes. Me queda muy claro el grado en que nos marcamos, tanto como para cambiar. Me queda muy clara también la influencia que ha tenido en mis decisiones, en mis sueños, en mis aspiraciones, pero no puedo seguir imponiéndole la carga de mi dolor ni de la amargura que me embargó desde el momento en que la terrible verdad me asestó un golpe bajo. Mejor que me di cuenta en esa época y no después. Mejor que las ilusiones y los planes se quedaron en eso y no se volvieron presente. Aunque, aún ahora lo digo de dientes para afuera, sé que algún día será en serio. Algún día dejaré atrás todo esto que, de vez en cuando, todavía me provoca el llanto.

Pero voy a terminar la idea. Es injusto decir que él es quien ha impactado más mi vida porque estaría diciendo mentiras. Hay gente que está aquí, todavía, no en una relación amorosa pero en otras cuyo equivalente es igual de maravilloso que sentir amor de pareja. Por eso tampoco lo puse al final del mes sentimental, como había decidido al principio. Porque no se merece el acto significativo. Claro que tiene que estar aquí. Pero en este lugar cronológico. Nada más.

Este post habla mucho más de mí que de él. Tampoco sé bien qué decir. Quizá la razón es que en realidad no queda nada.

A lo mejor ya está vetado también de este blog. Empieza a desaparecer de mi vida.

1 comentarios:

Maricela dijo...

Hayy esa novela, esta novela que tantas nos hemos armado en la cabeza, en que el lleg y te dice: te amoor, quiero pasar el resto de mi vida contigo porque nadie me ha marcado como tu.

Palabras mas palabras menos, pero t comprendo perfectamente.