domingo, 20 de septiembre de 2009

Unforgetable

Ovi y yo somos amigas gracias a la universidad. Yo recuerdo particularmente los hechos que nos llevaron a ser amigas, aunque quizá ella no recuerda ya las situaciones que gestaron nuestra amistad. Ella es como un imán que atrae naturalmente, pero que se esfuerza por atraer a ciertas presencias. Yo fui una de ésas.

Según sus propias palabras le llamé la atención el primer día cuando leí mi biografía.

"Me encantó. Escribes muy bien", me dijo con la voz grave que la caracteriza. A mí, que en aquella época era una chica completamente insegura, me impactó la fuerza de su declaración.

Después en una clase nos pidieron que hiciéramos un juicio a Jesús Cristo redentor (jajaja) y yo me ofrecí para ser Herodes. Aún recuerdo la sarta de tonterías que dije, pero que afianzaron en Ovi las ganas de conocerme mejor. Y así sucedió. A partir de entonces su imán se volcó sobre este aparato metálico. Comenzó a invitarme a pasar tiempo con su grupo de amigas, y de pronto yo también era parte de ese grupo.

Ovi es mi ejemplo perfecto de intensidad. Siente con intensidad. Piensa intensamente. Vive intensamente. Pasársela bien es reír por horas. Jugar por horas. Uno también puede pasársela mal con ella, puede ser muy dura, sin embargo también es muy probable que después del dolor llegue un gran abrazo del Ovipooh que es.

Nuestra amistad ha tenido etapas. Me gusta compararlas con los periodos por los que los verdaderos artistas pasan (Ovi toca música, baila, escribe poesía y también es pintora ocasional, o sea todo un ejemplo de una verdadera artista): a veces el proceso creativo es maravilloso y fluido, otras trabado y tedioso, unas veces inexistente, pero la condición artística ya está ahí y uno regresa al florecimiento.

Me encanta estar con ella. Tomar cafés que quisiera que fueran interminables. Me gusta chismear, platicar con ella de pendejadas, viborear al prójimo, todo me gusta.

Siento bienestar cuando estoy con ella.

El pasado 14 de septiembre cumplió 25 años. Muy sentidos. Muy pensados. Muy vividos. Y yo no podía pasar la oportunidad de reconocer su gran labor en mi vida y mi profundo amor por ella. Es mi gran, gran amiga.

Gracias.

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