Después de leer poemas, pensé que estaría bien intentar escribir uno y, aún mayor hazaña, publicarlo.
So, here it is. No está corregido ni mucho menos, y sólo es un intento:
Has levantado en mí una pasión indómita. Un sentimiento voraz que me consume las entrañas y me palpita en la cabeza ardiente de ti. ¿Cómo alcanza una el estado de adolescencia, donde sabe que esto es efimero y se deja engañar por lo eterno?
Quiero que estos ojos negros se colmen de piel. Que la piel se convierta en llamas de locura, en sazones salados, en girones de lujuria. Y después he de cerrarlos para que a través de ellos mis órganos se llenen de la mirada encendida que retienen mientras tú, agente de combustión interna, aumentas la fricción como un fósforo a encenderse.
Así, con los ojos transmitiendo fuego a mi cuerpo, quiero andar a tientas el camino que tu respiración marca. Necesito sentir la pauta del director de orquesta que hace esta melodía armónica y correcta. Quiero componerte con las yemas de los dedos, y que interpretes con los roces tibios de saliva que emanan de tu boca.
Este réquiem de cuerpos cálidos que tocamos. Porque nacemos diario y los dos morimos entre labios, entre ojos, entre abrazos. Y renacemos en el capullo que se forma cuando terminamos.
Charbelí, noviembre 2009.
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