miércoles, 4 de noviembre de 2009

Queridos lectores:

Antes de dar paso al motivo de esta entrada quisiera ofrecer una disculpa a mis lectores. Hace poco me di cuenta de que la calidad de mis posts ha disminuido. Se merecen una explicación: la razón por la que la calidad de mis entradas ha bajado es, presumo yo, que generalmente escribo desde el celular. Amo tanto este blog que no quiero dejarlo, pero poco a poco mis actividades impiden que me dé el tiempo de sentarme y escribir. En cambio, en mi Blackberry (al que le rindo pleitesía) puedo actualizar mi blog desde el metro, el camión, el baño (no es que lo haya hecho) o, como ahora, desde el coche. Ahora tengo una idea y la subo de inmediato. No me da tiempo de arrepentirme y eso me gusta, ya que he convertido a este blog en el depositario de mis sensaciones y pensamientos.

Sin embargo, con la inmediatez viene la superficialidad, y tampoco es mi intención que este blog se convierta en portador de banalidades, mucho menos si el título invita a llegar a las últimas consecuencias. Así que, queridos, de ahora en adelante intentaré que este blog sea un misceláneo, como antaño.

Desde hace ya casi tres años (el aniversario de este diario virtual es en noviembre), este espacio es prioritario en mi vida. Vivimos un romance, que en el fondo es un romance conmigo misma. Ustedes son testigos de mi romance, y también son, ocasionalmente, consejeros y guías. De manera que lo mínimo que se merecen, y lo menos que merezco yo, es un romance de calidad.
Muchas gracias por seguir aquí, al pie del cañón.

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