jueves, 12 de noviembre de 2009

Sáltatelo, es catarsis

No conozco la muerte lenta. Las tres más significativas de mi vida (papá, tía Nena y abuela, así se sucedieron) ocurrieron en un periodo entre los 5 y los siete años, y después ya, el mundo fue libre de muertes que realmente me importaran.

No poseo recuerdos sobre las muertes, algunos cuantos sobre los duelos. Así que, aunque conozco la ausencia, en realidad conozco muy poco la muerte.

Pero la voy a conocer pronto.

Hoy me avisó mi mamá que su primo hermano, la persona más querida para ella, está en fase terminal de cáncer. Es un hombre joven, luchador, con una esposa que lo ama y dos hijos que lo adoran. Es un buen hombre. Yo no le deseo la muerte a absolutamente nadie, pero mucho menos a una persona que ha sido tan, tan buena. Esta clase de muerte, es decir, porque uno muere y ya. Es el único y verdadero destino al que todos nos dirigimos, sin embargo morir debería ser un verbo que sucediera rápido. Así, morir y ya.

Este concepto de morir lentamente es pavoroso. Mi tío lleva algunos meses muriéndose, pero ahora que ya es oficial, que no hay esperanzas que albergar, el verbo morir se conjuga en presente continuo y es aberrante.

Nadie debería pronunciar "está muriéndose". Debería ser vida o muerte y ya, sin medias tintas.

En una ocasión escuché una conversación que francamente hoy me parece absurda. Decía alguien que la ventaja de que cierta persona querida hubiera muerto lentamente era que la familia se había resignado. Yo no creo que haya ventajas. La muerte es muerte y la ausencia duele, y no puedo concebir mayor dolor que ver cómo alguien se te va de las manos, involuntariamente, y tú no puedes hacer absolutamente nada para retenerlo. La vida se escapa en esta media tinta que desafortunadamente existe, y tú no puedes guardarla en una botella para que no salga. Se evapora. De pronto, aquella persona a la que alguna vez viste fuerte y joven se la ha comido la enfermedad, aliada cruel de la muerte.

No hay más que hacer. Sólo poner buena cara ante esa persona que sabe que porta la muerte. Que el porcentaje de vida se disminuye y el de no vida aumenta. No puedo ni imaginarme la tortura que representa saber que vas a irte cuando no te tocaba, que no es natural, que no vas a ver a tus hijos casarse, vaya, ni terminar la carrera, que vas a dejar a tu esposa con un montón de deudas y viuda y sola. El vacío.

Al menos si crees en Dios, pues puedes pensar que algo hay después de la muerte, pero si no, quedará lo que haya aquí, en vida... Y los últimos momentos no serán precisamente agradables.

esto sólo era a manera de catarsis.

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