lunes, 21 de diciembre de 2009

Sinapsis

Esta entrada no tiene nada que ver contigo. No quiero malentendidos. Es para una persona en específico: yo.

Soy escéptica. Este blog es testimonio fehaciente de mi escepticismo. Sin embargo me parece que uno puede crear lazos profundos, como dos neuronas conectadas en sinapsis. Algunas veces en la vida, uno encuentra sus dendritas y, a su vez, se convierte en axón de la otra neurona.

A mí esta conexión me ha sucedido con tres personas distintas, todas ellas del género masculino. De dos me enamoré, la otra se convirtió en mi mejor amigo.

Pero quiero enfocar mis reflexiones solamente a una de esas tres sinapsis. Fue la primera en mi vida. La encontré a muy temprana edad y me encantó. Y luego no supe qué hacer con esa clase de pertenencia.

Lo que pasa con las sinapsis en dos seres humanos (no en las neuronas), es que en exceso hacen daño, y es que uno es tan afortunado que a veces no tiene la claridad de verlo. Uno actúa como si la sinapsis fuera eterna, como si las neuronas no se murieran. Y mientras más se les daña, más probable es que las neuronas mueran.

Esa parte de mi vida terminó por morir producto de la inmadurez de las dos neuronas que se encontraron. Fue como si, de pronto, las dos se hubieran convertido en convexo, y se hubieran aferrado a encajar. Pero, cuando la ruptura inminente se dio, un nervio se quedó unido y alimentó a la sinapsis vegetativa. Las dos neuronas se aferraron a ese nervio, un pequeño lazo que mantenía viva esa sinapsis, a pesar de que las neuronas se distanciaron y siguieron buscando con quién más unir axón y dendritas.

La distancia entre ese par crece tanto que el nervio se tensa y corre riesgo de romperse. Después de mucha voluntad por distanciarse, la neurona C al fin se siente contenta porque el lazo está a punto de resquebrajarse.

Y entonces la otra neurona se acerca de nuevo. Nomás lo suficiente para que la cuerda, el nervio, no se rompa.

Qué afán suyo, y qué aferración mía la de antaño.

Nuestra sinapsis está al borde de la muerte. Por mucho que le hagas, se va a romper.

Y me gusta este nuevo papel en el que yo no añoro, sino él.

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