lunes, 25 de enero de 2010

I don't get you

Me encanta la diversidad. Quizá porque no soy veterinaria o soy observadora en otros sentidos, sin embargo me sorprende la diversidad que existe en la raza humana. Tengo dos tortugas, Mine y Min, y a pesar de que son distintas y conozco sus distinciones, la realidad es que no me parece que éstas sean tan tan grandes como las propias de los seres humanos.

Sin duda, más allá de las diferencias físicas, me impactan las mentales. Tantas formas de pensar que existen a raíz del desarrollo de muchas culturas. Todas las diferencias de género. Esto viene para iniciar el abordaje del mismo tema que he tratado tantas veces y que sigue estando presente en mi vida: los hombres. Los hombres que son tan diferentes de las mujeres. No importa que encuentres a uno con quien compartas gustos musicales, expectativas de vida, colores preferidos o sensibilidad absoluta, siempre habrá un abismo de esencia. Esto de que para los hombres no signifique no los simplifica demasiado, sobre todo porque existen muchos casos en los que no, para ellos, sí quiere decir otra cosa.

El lunes pasado estaba en un café con tres de mis amigas. Una de ellas está leyendo un libro que da consejos para tratar con los hombres, y otra abrió el libro y leyó una frase que decía algo así como que los hombres son simples y es nuestra perspectiva femenina la que los distorsiona hasta convertirlos en seres complicados. O sea, todo depende del cristal con el que se mire.

Pero yo los he mirado con el cristal de la simplicidad –sí, he intentando abandonar, en la medida de lo posible, mi contexto femenino, incluso mi esencia de mujer – y siempre rompen con la “armonía” de la simplicidad.

Hay quienes me califican como una persona compleja, a pesar de que no es muy difícil descifrarme. No soy misteriosa, así que no entiendo por qué me llaman complicada. Solamente soy yo. Así como soy, y siempre he vivido conmigo. Así que supongo que eso le pasa a cada una de las personas. Quizá los complicados no se sienten complicados y los tontos no se sienten tan tontos como los demás los ven.

Still, I don’t get them. Disfruto su compañía, amo a mis amigos, pero hay cosas que simplemente no me entran en la cabeza. En fin, creo que este tema jamás tendrá fin. Por ejemplo, tengo un amigo con quien ya tiré la toalla y mejor empiezo el proceso de resignación. De plano no va a ser considerado. Pero cómo él, otros tampoco lo son. Comparto experiencias con mis amigas y todas dicen lo mismo: “Fulanito le he dicho 100 mil veces esto y sigue haciéndolo”.

Y no digo que sean tontos, porque no lo creo en lo absoluto. De hecho y afortunadamente, estoy rodeada de hombres inteligentes. Es simplemente que nuestra intuición funciona de manera distinta, y luego yo me desespero y quiero saber qué tienen en la cabeza. Me matan de curiosidad. Si hubiera un genio de la botella y me concediera un deseo, le pediría que me dejara entrar en la cabeza de cierto hombre para saber qué piensa y cómo piensa.

0 comentarios: