viernes, 17 de septiembre de 2010

Extra

Hay veces en que lo extra no significa necesariamente bueno. Ser talla extra a los veinte años es un ejemplo claro de lo triste que puede ser.

Yo llevo muchos años siendo talla extra. Es un verdadero pedo, porque en la mayoría de los casos la ropa es aseñorada. Era una ñora de veintitantos años. Horrible. Y ahora, con la pérdida de peso, he llegado a un punto en el que puedo comprar unitalla en casual y me entran los brazos, y me cierran las prendas.

Sigo viéndome gigantesca, y sin embargo mi talla extra va reduciéndose, y reduciéndose, y reduciéndose. Una de mis metas es dejar las tallas extra. Quiero pararme en un Bershka y probarme toda la tienda, y luego salir sin haber comprado nada en protesta porque me negaron el derecho de comprar ropa juvenil cuando estaba en la talla más extra de mi vida.

Nunca voy a comprar ropa en las tiendas que me rechazaron con tanta facilidad. En donde sólo puedo comprar accesorio, hasta ahora.

Así que, cada vez que quiera rendirme, pensaré en que tengo que llegar al día en que pueda usar una talla 11, y una large en Zara.

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