lunes, 28 de febrero de 2011

Puntos suspensivos

Me da pánico dejar de escribir y sin embargo creo que es el propio el pánico el que me impide seguir haciéndolo.

Podría poner como pretexto que mi computadora está descompuesta (porque está), o que tengo tanto trabajo que difícilmente puedo dedicarle tiempo a escribir aunque sea las cosas que vivo o atestiguo en mi blog. Antes tenía menos que escribir y escribía mucho más. Ahora que he dado inicio a la vida parece que las letras se me escurren entre el tiempo.

Y aunque ahora tengo otras pasiones, en el fondo sé que esta pasión por escribir no se ha ido. Pero es como si mi musa estuviera celosa y decidiera que no me quiere hablar. ¿Qué me queda? Practicar y esperar que ceda a la tentación de ser descrita. Que deje el orgullo a un lado y entienda que el amor de mi vida es el arte y el arte y solamente el arte y que no importa si estoy o no con alguien, sin la literatura estoy sola, vacía y sola. Así que, aunque cueste, cuando la musa despierte tendrá que encontrarme escribiendo.

Necesito dejar la crisis de sequía.

2 comentarios:

Chrystopher dijo...

Una prueba más de lo que ya te había comentado antes, estás cambiando, el cambio denota evolución, la evolución jamás será negativa...

Omar Tovias dijo...

La realidad de las cosas es que así es la vida, tal pareciera que entre mayores somos, menos tiempo tenemos para nuestras pasiones. Permitimos que nos envuelva la necesidad social y los gritos de adulto que nos ensordecen con mayores compromisos y mayores angustias. La clave a mi parecer es lo que estás haciendo tú, no dejar ni mucho menos olvidar lo que nos llena, seguir alimentando esa parte de nuestra alma que nos hace lo que somos y que pinta con luz nuestros ojos. Me da gusto que no dejes de practicar y deseo que en el momento menos esperado la musa despierte y te sientas plena. Un abrazo