martes, 12 de abril de 2011

Ser feliz

Cuán sencilla puede ser la felicidad -sencilla, no simple-: una tarde en familia; un beso tierno tras otro; un lugar que no conozco; mi abuelo leyédome los chistes que se publican en el periódico con la risa colmándole el rostro antes de que acabe de contarme qué le causa tanta gracia.

Me hace feliz irme y regresar a Ojos. Y verlo y que me acaricie el cabello y sentir que me ha extrañado. Me hace feliz reír con él y bromear y sentir que nadie me conoce así tanto como Ojos.

Me siento plena cuando mi mamá, mi hermano y yo vemos la tele a altas horas de la noche. Cuando me despiertan sus murmullos y me incorporo a la conversación.

Sol con sus manitas y sus ojazos negros. Tan solo su nombre me hace feliz.

Me hace feliz viajar sola. Siento plena libertad cuando huelo entre nuevos colores y texturas y climas y gente.

De pronto la felicidad es muy sencilla. Al menos la mía.

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