martes, 13 de septiembre de 2011

Teoría literaria I

He de confesar que decidí estudiar Letras Hispánicas básicamente porque me encanta la lengua española. Honestamente, he leído poca literatura hispánica, si bien me gustan los autores latinoamericanos contemporáneos.

Tengo una clase que se llama Teoría Literaria, que no es tan teórica como "práctica". Es decir, hay que leer y leer textos. No precisamente son contemporáneos. En un mes nos hemos acercado a Garcilaso de la Vega a la luz de Rubén Bonifaz Nuño; no adentramos a la narrativa de El lazarillo de Tormes, a la poesía de Álvaro Mutis. Nuestro acercamiento a los clásicos es más profesional puesto que estudiamos los antecedentes, como El elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam para poder entender mejor al Quijote.

Hoy, el maestro inició la clase con Oda a la rosa de Pablo Neruda, y seguimos con un análisis de La Celestina. Posteriormente discutimos sobre Fuente ovejuna.

Estas son las clases universitarias que estaba buscando. Aquí cada quien es responsable de asistir, de leer. Si uno no hace las lecturas, no tiene de qué hablar, no puede asociar, no puede entender las teorías. 

Y la clase del maestro (no un simple profesor, es un maestro) está prácticamente vacía. La gente no entra. Tal vez no es su estilo y les aburre la sesión; quizá todavía no pueden llevar una clase donde uno tome sus propios apuntes, donde la teoría se aprenda desde el quehacer literario. 

En fin, quién soy yo para juzgar. En realidad les agradezco, porque la clase es una mezcla de formalidad y círculo literario. Sin duda, es una de mis materias favoritas. 

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