A lo largo de la historia el lector adquiere pistas que pueden ser sutiles u obvias. Desafortunadamente y a pesar de su acertado manejo de historias en tiempos distintos, además de la cualidad que tiene para empalmarlas, mientras uno avanza, el final se esclarece y se vuelve predecible. Asimismo, es posible que termines la novela con la sensación de que no pasó nada.
El tratamiento que le da a la locura es paradójico: por un lado es completamente literario y casi inverosímil –casi porque es ficción, y en la ficción cabe cualquier cosa- y por el otro parece casi vulgar. Aunque el lenguaje es sencillo, la falta de signos de puntuación dificulta la lectura. Además no hay capítulos sino partes de la historia divididos por blancos, lo que puede hacer que la obra sea cansada y menos ágil.
De todas maneras, es un Premio Alfaguara, uno seleccionado por José Saramago y vale la pena leerlo y que formes tu propia opinión al respecto.
Charbelí